No entiendo los falsos dilemas (I) ¿Conejo o elefante?

..and as they both sink beneath the waves, the frog cries out, «Why did you sting me, Mr. Scorpion? For now we both will drown!» Scorpion replies, «I can’t help it. It’s in my nature!»

The crying game

Hace ya unos meses que concebí el “desmesurado proyecto” de abrir un blog. Cómo creo que los blogs deben tener temáticas específicas, o terminan convirtiéndose en versiones “modernas” del diario de una chica, o en sitios en los que se habla de todo y a la larga de nada, concebí inicialmente el no menos desmesurado proyecto de abrir dos blogs. Uno en el que podría hablar de casi todo lo humano y divino , es decir éste, con el nombre de Cosas que no entiendo, lo que me daría la oportunidad de hablar de muchas, muchas cosas diferentes, conservando no obstante una cierta unidad temática: el enorme conjunto en el que caben todas las cosas que no entiendo. Puesto que las cosas que no entiendo en la vida son cada día más, y paradójicamente, en tanto aumenta mi grado de escolarización, disminuye progresivamente mi comprensión del mundo, así como me abandona cierto sentido práctico, que debería imperar si es que se quiere tener una vida que al menos pueda considerarse loable, dentro de lo socialmente aceptable, y en el promedio de las vidas.

Ese sentido práctico me ha ido abandonando, o lo he ido abandonando yo, o quizás, como las parejas eternas, hemos dejado de prestarnos atención y apenas si recordamos que existimos el uno para el otro. Yo no entiendo mucho el sentido práctico, me peleé con él hace rato y digamos que deploro tanta insistencia en el mundo por él. Sí, hay muchas cosas que yo no entiendo, empezando por la vida misma, si hemos de ser generales.

El otro sería un blog en el que querría dar mis opiniones –de completa inexperta- sobre tantos de los sitios que a diario encuentro en la red, y del que aún no hay evidencia material alguna, que llevaría el alucinante nombre de “Análisis web”, y que por ahora permanece en el enorme cajón de mis proyectos inacabados, o mejor, nunca empezados, muchos de los cuáles nunca pasan de su fase de “idea”.

Naturaleza maldita con la que he intentado luchar por años, pero a la que me he resignado ya alcanzados los 30, cuando he entendido que está en mi naturaleza, y que en todo caso las luchas de uno con uno mismo son las más arduas en la vida, y las más difíciles de ganar. Porque uno es como es y no como quiere ser, ni menos como los demás quieren que uno sea. Es hasta difícil discernir hasta que punto lo que uno quiere ser o hacer, es lo que los demás quieren que uno sea o haga.

Porque pese a las tentativas por modelar esas partes oscuras, derruidas, nunca bien formadas de nuestra existencia, nuestros cuartos de San Alejo, esos cambios sólo tienen lugar en las vidas humanas, de la misma forma en que los continentes sólo se moldean por explosiones volcánicas o temblores de tierra. El alma humana, sea cual sea la sustancia de la que se compone, sólo es moldeable por situaciones extremas, traumáticas, obligantes, que se nos imponen. Claro, esto suponiendo que el carácter humano pueda realmente moldearse como lo hace un trozo de tierra.

Puede pensarse más bien que el carácter o el alma es como un caucho, si lo jalas el caucho estira, pero suprimida la tensión, suprimido el estiramiento. Si hay demasiada tensión el caucho simplemente se revienta y deja ya de ser caucho. Tal vez tampoco sea coincidencia que los estoicos consideraran que la sustancia de la que estaba hecha el alma era el pneuma (aliento vital, soplo, hálito) capaz de “ser contenida por”, pero “incapaz de contener a”.

Sobre conejos y elefantes

Para redimirme de todas las frustraciones reclamos, y expectativas perdidas que pueblan estos 30 años, he elaborado una hipótesis personal: pienso que hay gente “conejo” y gente “elefante”.

Los conejos, bien es sabido, son animales cuyo ciclo de vida es rápido. Su gestación dura tan sólo 30-32 días, tienen camadas que varían desde los 3-16 gazapos (presencié con mis propios ojos el nacimiento de una de estas fantásticas camadas), estrategia reproductiva con la que intentan poner en el mundo tantos especímenes como sea posible, dado el ciclo de vida relativamente corto, si se le compara con otras especies mamíferas: en el mejor de los casos vivirá 8 años humanos, que en tiempo conejil no se a cuanto equivalga. En todo caso, debe tratarse de un conejo viejito, muy viejito.

Pueden entrar en un nuevo ciclo gestacional tan pronto han parido, es decir, la coneja está apta para “recibir” al conejo de nuevo tan pronto ha dado a luz. Y si hay algo más rápido en el mundo que el polvo de un gallo, es sin duda el polvo de un conejo.

Son aptos para reproducirse desde los 3 meses. Crecen con mucha rapidez, alcanzando un peso adecuado para su sacrificio y posterior ingesta en tan sólo 70 días, al cabo de los cuáles han alcanzado un peso vivo de aproximadamente 3.5 Kg, partiendo de aprox. 50g al nacer. Cuando enferman sus procesos son rápidos, se deterioran con facilidad, son frágiles, una enfermedad hace curso en ellos en unas pocas horas y casi todas las que los aquejan son potencialmente mortales. Claro, todo esto visto desde nuestra propia perspectiva y percepción del transcurrir del tiempo.

Los elefantes, en contraste, son animales cuyos procesos son tremendamente largos. Los elefantes son longevos, viven aproximadamente 80 años, son los mamíferos con el tiempo de gestación más largo, 22 meses, al cabo de los cuáles nacen con un peso de 115 kg, para llegar a las 5-8 toneladas en su vida adulta, dependiendo de si es Africano o Asiático. Su andar se le antoja lento al ojo humano, sin embargo corren a 40 Km /h, más rápido que el humano más rápido. Su piel es dura, muy gruesa e impenetrable. Son animales fuertes, fuertísimos y feroces, pese a sus rostros amigables, de los que se dice, son los verdaderos reyes de la selva. Las hembras están listas para reproducirse sólo hasta los 30 años, pariendo sólo una cría durante su vida, y son los mamíferos con la infancia más larga en todo el reino animal, (11-12 años), la cría puede mamar hasta los 6 o 7 años, conservándose el vínculo maternal estrecho hasta los 20-22 años. Claro, todo esto visto desde nuestra propia perspectiva y percepción del transcurrir del tiempo.

Yo soy un elefante.

Sobre los falsos dilemas

Un falso dilema consiste en construir o elaborar discursivamente dos y sólo dos soluciones, rutas, alternativas, opciones, que además se caracterizan por contrastar dramáticamente y que constriñen a la elección. Involucran generalmente juicios de valor acerca de las facciones involucradas. O eres conejo o eres elefante. Sirven, desde la perspectiva pragmática del lenguaje, a la tarea de crear identificación y adscripción de un sector, y en consecuencia, aversión y reprobación por quienes no están del lado “indicado”, el que generalmente se considera el “buen lado”, ya que los falsos dilemas hacen todos parte de uno mucho más general y arraigado en la cultura: “o eres bueno o eres malo”, de ahí su clara filiación moral.

En todo caso, sólo una ruta podemos elegir cada vez (lo cual da sentido a la existencia de los falsos dilemas, pues constriñen a la elección). Así nuestra calle sea como mi calle: una encrucijada con seis, siete , o muchas bifurcaciones, sólo podremos caminar cada vez por una. No ha de ser casual que Edipo mate a su padre en una encrucijada de un camino. Abrir una puerta es cerrar infinitas puertas más:  el enorme e inconmensurable reino de todo lo que pudo haber sido y no fue. Miles de destinos negados, y de oportunidades perdidas. Me acuerdo ahora de Javier Marías, en Corazón tan Blanco, pero es ya muy tarde para hablar de eso.

Un saludo a todos los hermosos elefantes del mundo entero.

2 Respuestas a “No entiendo los falsos dilemas (I) ¿Conejo o elefante?

  1. Mola mas ser un kunejo, yo soy conejo.

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